Había una vez cuatro niños inquietos jugando al fútbol en la escuela. Los nombres era: Martín, Lucas, Romina y Sandra.
Eran muy traviesos y se metían en problemas. Rompieron el vidrio de la clase de 4ºA y mintieron.
Querían hacer como que ellos no habían hecho esa travesura sino que lo había roto otra clase.
Las maestras empezaron a averiguar quién había sido, con mucha astucia, pero ellos lo negaban porque eran muy bandidos. Entonces decidieron culpar a las clases de 5º y 6º. Los niños de estas clases se negaron y culparon a los de 1º. Cuando los de primero se pusieron a llorar los cuatro amigos decidieron decir la verdad porque se dieron cuenta que mentir no es bueno. Además culpar a otros es peor porque mientras mentían más , el problema se hacía más grande porque las mentiras tienen patas cortas. También se perdía tiempo de estudio. Los compañeros que fueron culpados se sentían amargados porque los niños que vinieron de visita también fueron culpados.
Estos niños se sentían tristes y avergonzados. De todas formas nunca se supo quién de los cuatro niños fue el que dirigió el pelotazo hacia el vidrio.
A partir de ese día se convirtieron en los niños más obedientes de la escuela.
Decidieron hacer una colecta para poder pagar el vidrio además de pedir disculpas y comprometerse a no mentir más.
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AUTORES: Grupos de 3ºA, 4ºA, 5ºA y 6ºA
Fecha: viernes 29 de mayo de 2009.-
Eran muy traviesos y se metían en problemas. Rompieron el vidrio de la clase de 4ºA y mintieron.
Querían hacer como que ellos no habían hecho esa travesura sino que lo había roto otra clase.
Las maestras empezaron a averiguar quién había sido, con mucha astucia, pero ellos lo negaban porque eran muy bandidos. Entonces decidieron culpar a las clases de 5º y 6º. Los niños de estas clases se negaron y culparon a los de 1º. Cuando los de primero se pusieron a llorar los cuatro amigos decidieron decir la verdad porque se dieron cuenta que mentir no es bueno. Además culpar a otros es peor porque mientras mentían más , el problema se hacía más grande porque las mentiras tienen patas cortas. También se perdía tiempo de estudio. Los compañeros que fueron culpados se sentían amargados porque los niños que vinieron de visita también fueron culpados.
Estos niños se sentían tristes y avergonzados. De todas formas nunca se supo quién de los cuatro niños fue el que dirigió el pelotazo hacia el vidrio.
A partir de ese día se convirtieron en los niños más obedientes de la escuela.
Decidieron hacer una colecta para poder pagar el vidrio además de pedir disculpas y comprometerse a no mentir más.
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AUTORES: Grupos de 3ºA, 4ºA, 5ºA y 6ºA
Fecha: viernes 29 de mayo de 2009.-
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